Así se tituló el taller realizado en la Biblioteca de Lastres celebrado los días 19 y 26 de Abril del año 2018. Para ello contamos con Ana Suárez, técnica de educación para el desarrollo de UNRWA España para los refugiados de Palestina. Y también con Jorge Mola, experto en programas educativos.
Una vez visto y escuchado las vivencias de este conflicto, me animé a escribir un relato con todo mi respeto y cariño hacia las mujeres palestinas.
Yo nací en una aldea de Asturias; mis padres se dedicaron a las tareas del campo, y siendo niños les tocó vivir la guerra civil española, con todo lo que las guerras acarrean. Más adelante trabajaron duramente. Eran tiempos de posguerra. Tenían pocas comodidades, muchas carencias, pero salieron adelante. Yo soy la mayor de tres hermanos y a mí no me gustaba el trabajo del campo, así que a los 15 años me fui a trabajar en hostelería. No teníamos seguridad social ni tampoco horario laboral. El trabajo lo compaginaba con el aprendizaje de corte y confección, pues en esos años te preparaban para saber llevar una casa.
Cuando tenía 22 años me casé, y pasé a ser la dueña de mi propia empresa, pero sin salario, ni horario laboral, ni seguridad social. A pesar de ser esposas, madres, ejercer de enfermeras, economistas, etc. esto no se considera trabajo, por lo tanto el ama de casa no puede cotizar. Yo ya entré en la tercera edad, y aquí sigo: cuido de mi marido y de mi madre, -que ya supera los 90 años- y me siento orgullosa de mi trabajo; pues con los problemas que te pone la vida, viví mucho mejor que mi madre y que mis abuelas; mi hijo pudo estudiar, y mis nietos tampoco conocieron carencia alguna; no como cuando yo tenía su edad. Ante esto me doy cuenta que, la mujer ama de casa ni se le remunera su trabajo, ni es considerada como mujer trabajadora. No sirve de nada que los medios de comunicación nos regalen los oídos una vez al año con el día de la mujer trabajadora, ya que si las amas de casa pasásemos dos días sin dejar ropa limpia, ni planchada, sin dejar comida hecha, con el frigorífico vacío,... se armaría un caos nunca visto. Aunque sí avanzamos, aún falta mucho por hacer.
Mujeres palestinas: hombres y mujeres debemos tener los mismos derechos en igualdad de trabajo, respeto, horario, y valía; igualdad de condiciones y salario. Las mujeres en fuerza física no siempre podemos igualarnos a los hombres, pero en lo demás, no tiene por qué haber diferencia, al contrario.
A mí no me gusta la palabra machismo, aunque alguna vez la utilizo, pues hay hombres que son buenos hijos, esposos o compañeros, padres, que respetan a las mujeres, bien en su casa, bien en la calle y en el trabajo. No se debe generalizar, como con otras cosas.
Mujeres palestinas: mientras todas las mujeres, de cualquier lugar en el que nos haya tocado vivir, no podamos ir y venir libremente, mientras existan violaciones y acoso, haya una sola mujer doblegada, vejada o víctima de violencia de género; les separen de sus hijos sin unas leyes bien legisladas, es que falta mucho por hacer. Como por ejemplo en la educación, para permitir tener hombres y mujeres los mismos derechos y libertad, respetando la idea política o la religión que cada uno escoja. Si esto fuese posible, viviríamos todos sin conflictos y en armonía.
Estos días vi en la TV, que las dos Coreas, después de setenta años de guerra, llegaban a un acuerdo de paz y... ¿Mereció la pena? ¿Por qué no antes? -me pregunté. Tanto dolor miseria y sufrimiento. Y me acordé que en este taller nos comentaron que el pueblo palestino, llevaba cincuenta años de conflicto. Mujeres Palestinas, os deseo de todo corazón se termine cuanto antes vuestro conflicto; que lleguéis a ser libres, podáis un día traspasar ese muro donde muchas de vosotras hallaréis la tierra de vuestras raíces, y busquéis ese horizonte del color imaginado. Da igual sea azul, blanco o verde. Podáis ver ondear en lo alto, la bandera, con las palomas revoloteando como símbolo de paz. Para que vosotras y para que vuestras generaciones puedan ir y venir libremente, sin fronteras, ni un sello que os señale como si fuese el del castigo: podáis oler y respirar aire puro de los olivos de la tierra de vuestro pueblo. En una palabra: libertad. Para que eso se cumpla también se necesitan buenos mandatarios.
Mientras esto llega, espero sea más pronto que tarde, seguid mostrándoos fuertes y válidas, no perdáis la ilusión, seguid luchando por vuestra familia y sobre todo por vuestros hijos. Pues para eso sois mujeres; no sólo somos los cimientos de una familia, también somos los pilares y la cumbre.
Os invito a pedir al poder superior de cada una de vosotras, y al mío propio, sea cual sea su nombre, que nos ayude y cesen todas las guerras y conflictos como el vuestro. Que nosotros también podamos seguir en democracia y libertad. Que bonito sería que un día se pudiesen ver grupos de pájaros y palomas volar, sin un halcón que las acechase. Eso significaría el encuentro de la paz.
Maruja