Aquí estoy de nuevo para seguir con mi relato y que vayáis
conociendo mi historia. Como os decía anteriormente, he tenido la suerte de que
un turista, haya pasado por mis tierras y ha quedado prendado ¡Halagada me
siento!
Esta visita ha
servido para que él sin saberlo ponga voz a mi relato. Yo seguiré acompañándole
siendo su sombra y el seguirá hablando con su imaginario amigo. Sus palabras me
enorgullecen y quiero compartirlas con toda persona que se acerque y se sientan
conmovidas, ya sea por el recuerdo de haber vivido aquí o por lo que escuchan
de turistas que han pasado y paseado por mis caminos, que han podido captar con
sus cámaras imágenes de amaneceres o atardeceres, de días de niebla en el que
los árboles parecen fantasmas, pero no lo son; son mi vida y la de los
habitantes de los que aquí nacieron y se
quedaron. De los que marcharon y
volvieron. De los que vinieron como
turistas y también, se quedaron. Imágenes de nieve de lluvia fina, que va
mojando mi tierra, de amaneceres brillantes y de atardeceres dorados,
enrojeciendo a veces los últimos rayos del sol las altas montañas del Sueve.
He estado un poco "escondida" entre comillas,
porque se han dado una serie de circunstancias, que me han obligado a ello,
para que no decaigan las costumbres que se celebran en mis tierras. Algunas son
desde tiempo inmemorial, otras son más recientes y no por ello menos
importantes. El motivo ya lo iréis conociendo poco a poco, según vaya
transcurriendo este relato.
MIS FIESTAS; tanto
las patronales como otras y con bastante renombre son conocidas en todo
Asturias, incluso en el resto de España.
A primeros de agosto, comenzaron las fiestas patronales en
honor a San Roque; santo de origen francés de familia adinerada, que repartió
toda su fortuna entre los pobres. Comienza el sábado al atardecer con la bajada
de los carros del país desde la antigua escuela de niñas. Se engalanan con
flores y algunas de las mozas, visten
trajes típicos asturianos. Son preciosos. A mí me emociona verlas tan
guapas, resplandecer en la caída de la tarde cuando el sol ya se va ocultando y
ellas así vestidas, iluminan el ambiente con sus sonrisas. Dentro de los carros
llevan cajas de sidra natural y algo para picar durante el trayecto. Van
invitando a todos los acompañantes. Los carros bajan chirriando los frenos;
cantando dicen. La bajada suele durar unas dos horas. Cuando llegan abajo, hay
grandes mesas donde no falta comida: tortillas, huevos cocidos, queso de
Cabrales, dulces, incluso una gran
tarta. La música acompaña el ambiente y todos ríen y bailan. Yo me siento muy
feliz. El fotógrafo, por lo que le oído decir a su amigo imaginario, piensa
comprar alguna casa que no sea muy grande y necesite arreglos, para ponerla a
su gusto. Me alegro mucho, me va facilitar mucho el seguir hablando de mí.
Después, a bailar. Una orquesta ameniza el inicio de las fiestas.
Al día siguiente poco después del amanecer, se lanza el
primer cohete, y le siguen varios más, para avisar a los vecinos que comienza
el día grande "San Roque de Libardón".
Hacia las doce de la mañana y al sonar otra serie de cohetes
"voladores los denominan" comienzan a bajar otra vez desde la escuela
de niñas varios ramos, consistentes en armazones de madera adornados con
grandes flores de bonitas hortensias, diría que mis preferidas, por sus bonitos
y vistoso colores y en la que se cuelgan panes redondos abiertos por el centro
para poderlos colgar; cestos con distintas frutas, quesos, boroñas, regalos,
cuadros pintados por una artista de mi aldea, gallos, conejos, y algún cabrito.
Los ramos los van
bajando a hombros hasta la puerta de la Iglesia muchachas y niñas vestidas con
los trajes típicos d
el país, todo ello acompañado por vecinos y al sonido de
gaitas. Al concluir el descenso, entran todos en la iglesia, donde se celebra
la Misa Solemne, a la que suelen asistir coros. Emociona mucho escuchar el
sonido de la gaita al terminar la Consagración interpretando el himno de
Asturias, El silencio es total y alguna lágrima asoma a los ojos de los asistentes.
Al terminar la misa, suena un repique de campanas al vuelo y
los mozos sacan en procesión al santo, dan una pequeña vuelta bordeando la
pista de festejos acompañándole la mayoría de los vecinos.
Ya llegó la subasta de los ramos, hay que sacar fondos para
hacer frente a los gastos de las fiestas. Con cada lote o panes, se regala un
cupón de la once. Los paisanos, las paisanas pujan, yo me pongo muy nerviosa,
¡¡un poco más, subir la puja, un poco más!! No me oyen, pero intuyen que hay
que subir y subir. Todo sea por la fiesta.
Al anochecer empieza a oírse la música, distintas orquestas
amenizarán la noche, hasta el amanecer, en que no pararán de bailar todos,
mozas y mozos, niños y niñas y algún que otro abuelo, evoca su pasada juventud
de romerías.
Mi amigo el fotógrafo, miraba a un lado y otro. Había
conocido muchas fiestas en las grandes ciudades, pero esto que veía ahora no se
lo podía ni imaginar. Así que no paró de fotografiar, tomar instantáneas, que
sabía iban a impactar a quien como él nunca lo habían vivido.
El lunes, había que recordar a los difuntos de la parroquia.
Personas que habían vivido todo ese regocijo, pero que se habían ido para
siempre. Comentó con su amigo imaginario, que tampoco eso, lo había visto
nunca; estando en plenas fiestas, recordar a los antepasados fallecidos y
tenerlos presente con la celebración de una misa en su memoria.
–Chico. Le comentó. –Las gentes de esta aldea, han
conseguido que los ojos me lagrimeen.
Yo me sentí
emocionada en ese momento.
Por la noche, habría más orquestas amenizando la fiesta y el
día siguiente, todo regocijo, "Los Juegos de los Niños" ¿Otra fiesta?
Si. esta vez estaba dedicada a los pequeños, que retozaban, jugaban, corrían.
Cada año suelen cambiar los juegos para no aburrirles, aunque de una manera o
de otra a ellos les da lo mismo. Se divierten a raudales. Ríen y ríen y al
final de los juegos, reparten juguetes a todos los niños que acuden a los
juegos, tanto si han llegado los primeros en las carreras, como si no han
logrado sentarse en todas la última silla al son de la música. Cada niño va
recibiendo su premio como participante. Los juegos infantiles, los preparan las
chicas y chicos que en su día fueron también niños y participaron ellos de esos
mismos juegos. Cuando los niños de hoy sean mayores, serán ellos los que
preparen los juegos a los niños que el día de mañana pasarán por aquí.
Esta es la fiesta que tienen más tradición. No se recuerda
quien, ni cuando se implantó, pero desde tiempos inmemoriales, se viene
celebrando.
Yo hablo por mí, pero en otra aldeas y parroquias, suelen
tener la misma o parecida forma de llevarlas a cabo. Como digo es una tradición
que viene de padres a hijos y me siento muy feliz de que "mi amigo el
fotógrafo" haya sido en mi aldea donde lo ha descubierto.
Nuevamente por la noche, habrá baile otra vez y hacia las
doce de la noche, se para la música para hace entrega del "xabalín de
honor" que nadie sabe en quién recaerá hasta ese momento. Y sigue la
música hasta el amanecer.
A los nacidos en Libardón, les denominan: xabalinos, debe de
ser por la cantidad de animales de esta especie que albergo en mis
tierras. Y con la quema de fuegos
artificiales, concluyen las fiestas de San Roque.
Continuaré relatando otras fiestas que se celebran en mi
aldea lo largo del mes de agosto.