Allá por el horizonte,
como la luz mañanera
llega superando el monte:
es la bella primavera.
Con su límpido destello
nos nace una nueva vida.
Una vida que el sol bello
nos la entrega concebida.
Con sus ardorosos rayos
le imprime fuerza, calor.
La viste con esos sayos
que le dan gracia, color.
Hace que broten las flores.
El árbol se cubre de hoja.
Se borran esos dolores
de nuestra anterior congoja.
Y la campiña orgullosa
nos muestra su colorido,
siendo la fuente, dichosa,
quien riega su contenido.
Y retozan los ganados
en ubérrimas praderas.
Abren surcos los arados
preparando sementeras.
Hacen sus nidos las aves
para albergar sus polluelos;
saliendo de sus nidales
para remontar sus vuelos.
Todo son trinos, gorjeos
de los pájaros cantores.
Formas, manera, apogeos
de tan finos trovadores.
¿Nos queda algo bajo el cielo?
El hombre que Dios ha creado
y El espera con anhelo
el amor del ser amado.
Se ve con la primavera
que aumenta la luz del día.
Se acaba aquella quimera
de ser menor a porfía.
Se engalana por doquier
la propia Naturaleza.
¡Con qué sabio proceder
Dios nos muestra su grandeza!
Si fue alimento de Israel
en el desierto el maná.
Para nosotros… ¿No es miel
esta vida que Él nos da?
¡Magnifico César, como siempre...!
ResponderEliminarmuy bien Cesar tu siempre estas ala altura
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